
Es el nombre del discurso más famoso de Martin Luther King
Jr., cuando habló poderosa y elocuentemente de su deseo de un futuro en el cual
la gente de tez negra y blanca pudiesen coexistir armoniosamente y como
iguales. Este discurso, pronunciado el 28 de agosto de 1963 desde las
escalinatas del Monumento a Lincoln durante la Marcha en Washington por el
trabajo y la libertad, fue un momento definitorio en el Movimiento por los
Derechos Civiles en Estados Unidos. Está considerado frecuentemente como uno de
los mejores discursos de la historia, y quedó en el primer puesto entre los
discursos del siglo XX según los estudiosos de la retórica. Ampliamente
aclamado como una pieza maestra de la retórica, el discurso de King se asemeja
al estilo del sermón de un ministro bautista negro. Apela a fuentes icónicas y
ampliamente respetadas como la Biblia, e invoca la Declaración de Independencia
de los Estados Unidos, la Proclamación de Emancipación, y la Constitución de los
Estados Unidos.
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